
La protección contra incendios es un sector vital dentro de la industria de seguridad en México. A medida que el país ha evolucionado en términos de industrialización y desarrollo urbano, la necesidad de sistemas de protección eficaz ha crecido. Este artículo explorará el pasado, presente y futuro de esta industria en México desde la óptica de AMRACI-CONAPCI.
Permítanme hablar antes de la Asociación Mexicana de Rociadores Automáticos Contra Incendio (AMRACI) y del Consejo Nacional de Protección Contra Incendio (CONAPCI), instituciones que han sido un parteaguas en la última década, ayudando a visibilizar la problemática de los incendios y sus impactos, estableciendo importantes avances normativos, certificando a los especialistas y generando un programa de educación pública para la prevención que permita cuidar la vida y las propiedades. Estas organizaciones, sin fines de lucro, tuvieron su origen en 2013 y 2017 respectivamente, con el propósito de impulsar el crecimiento del uso de los sistemas automáticos para la protección y salvaguarda de las distintas edificaciones del país. Dichas instituciones reúnen y representan la voz y futuro de la industria, integrando una cadena productiva robusta, compuesta por empresas trasnacionales con presencia global, fabricantes, distribuidores, firmas de ingeniería, contratistas, consultores, aseguradoras, bomberos, pequeñas, medianas y grandes empresas que intentan ganar visibilidad.
Específicamente, AMRACI y CONAPCI tienen presencia nacional, colaboran con las autoridades federales, estatales y municipales en la revisión y creación de la reglamentación y normatividad acorde a los parámetros nacionales e internacionales, así como a la tecnología disponible para la prevención de incendios; han trabajado para generar mejores condiciones de seguridad y se han posicionado como organizaciones sólidas y con representación nacional e internacional, gracias a la participación de sus empresas afiliadas, que colaboran y atienden las convocatorias que estas organizaciones realizan, esta es, sin duda, la clave para mantenerse como instituciones relevantes que logran cambios importantes en la regulación nacional.
Si comprendemos que la industria de protección contra incendio tiene un impacto transversal en todas las actividades económicas de los sectores industriales, comercio, turismo y ahora en el nearshoring, debemos reconocerla como una de las industrias importantes para el bienestar de la sociedad; ya que, incide prácticamente en todos los sectores industriales debido a los distintos riesgos que, por la naturaleza de cada proceso, materiales almacenados o simplemente por la cantidad de personas en un mismo lugar, podría representar para la salvaguarda de la vida de las personas, continuidad de operaciones y, por tanto, a la competitividad de una industria.
Dentro del sector participan micros, pequeñas, medianas y grandes empresas con giros en industria, comercio y servicios; generando alrededor de 60,000 empleos directos e indirectos. Somos una industria importante en la economía del país no solo por su valor en sí mismo para la protección del patrimonio, sino, porque contribuye con un valor estimado de mercado de 1,000 millones de dólares anualmente, y podría tener una tasa anual de crecimiento del 10 % si contara con un marco normativo moderno, suficiente, claro, integral y que pueda ser inspeccionado oportunamente.
Actualmente, el sector de la protección contra incendio no tiene la visibilidad suficiente y es considerado un costo, situación que le impide verse como un factor primordial para la seguridad de las personas y continuidad de los negocios, debido, entre otros factores, a la falta de un marco normativo acorde a las necesidades de la infraestructura moderna del país, lo que provoca perdidas hasta por 10 mil millones de pesos de manera anual sin considerar todos los impactos sociales, atención médica y medioambientales que ocasionan; por tanto, AMRACI y CONAPCI han entendido que se requiere de un esfuerzo conjunto entre gobierno, sociedad y empresarios para transformar esta situación y generar una cultura de la prevención de forma olistica y de largo plazo, que de trasavilidad y sustentabilidad, y que contribuya con ello al desarrollo y crecimiento del bienestar para todos.
La problemática en números
- En México en los últimos 10 años más de 6 mil personas fallecieron por exposición a fuego no controlado en construcción, por exposición de ignición de material altamente inflamable, explosiones o por contacto con líquidos calientes (bebidas y alimentos), siendo los grupos más vulnerables los más afectados, niños y adultos mayores y, que a diferencia de los sismos o huracanes se presentan con mayor frecuencia de lo que parece. Anualmente se registran más de 95 mil incendios urbanos y no urbanos, son 260 al día, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Lo lamentable es que cada uno de estos fallecimientos pudo haberse evitado.
- De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2012, en México 124 mil personas sufrieron quemaduras no fatales al año, y por cada persona que fallece, 220 personas sobreviven, pero quedan con secuelas que afectan su vida.
- Impacto social, severas consecuencias para la víctima en su imagen física, su funcionamiento corporal y su salud emocional, causando cambios en su conducta ante la sociedad por la estigmatización y el rechazo, para su familia y para la sociedad, que incluyen el costoso cuidado médico, el desempleo temporal o permanente y las secuelas físicas o mentales, que de acuerdo a la Fundación Michou & Mau equivale a medio millón de dólares la atención médica de un pequeño que sufre quemaduras.
- Adicionalmente, el 80 por ciento de las edificaciones que sufren algún siniestro de incendio pierden el 100 por ciento de su patrimonio, interrumpiendo la continuidad de operaciones, pérdida de empleos y por tanto la competitividad de las industrias.
- Impacto ambiental: liberando 11 mil millones de toneladas de CO2 a la atmósfera en 2012.
- En México, más del 77% de las empresas no cuentan con una póliza de seguro que los proteja de algún tipo de siniestro. Siendo las PYMES las principales afectadas.
Por lo anterior se hace necesario una cultura de prevención y protección que sensibilice, que concientice no solo a los grupos vulnerables sino a la sociedad en general para salvaguarda de su futuro.
La industria de la protección contra incendio es una industria joven que se encuentra en desarrollo y busca ganar un lugar dentro de las actividades económicas, a través de la sensibilización y concientización para generar una cultura de la prevención que permita una mayor resiliencia. Por ello es de suma importancia unir y coordinar todos los esfuerzos en una sola voz, unidos sociedad, empresarios y gobiernos. En AMRACI y CONAPCI se han logrado conciliar todos los intereses por un bien mayor, consolidándose como la Voz y Futuro de la Industria.
Los origienes
Para comprender mejor debemos remitirnos a la historia y entender el contexto, la protección contra incendios en México tiene sus orígenes en el siglo XIX, aunque sus raíces se pueden rastrear incluso a épocas anteriores, sin embargo, en el contexto de la revolución industrial, las ciudades crecieron rápidamente y con ellas el riesgo de incendios debido a la utilización de materiales inflamables en la construcción y el uso de maquinaria. Antes de la industrialización, las técnicas consistían principalmente en métodos manuales, como el uso de baldes de agua y extintores a base de area. La falta de regulaciones y estándares de seguridad significaba que muchas instalaciones carecían de protección adecuada, situación que ha llegado hasta nuestros días.
Con el crecimiento de las ciudades y la expansión de la industria en el siglo XX, comenzaron a establecerse regulaciones más estrictas. Las primeras normas de construcción incorporaron sistemas básicos de detección y extinción de incendios. Sin embargo, la implementación fue desigual, dependiendo de la región y el tipo de industria. Cronológicamente podríamos establecer su evolución de la siguiente manera:
- Siglo XIX: la protección contra incendios en México comenzó a formalizarse en el contexto de la Revolución Industrial. Las ciudades crecieron rápidamente y con ellas el riesgo de incendios debido a la utilización de materiales inflamables en la construcción y el uso de maquinaria.
- Primeros Cuerpos de Bomberos: en 1873, se fundó uno de los primeros cuerpos de bomberos en la Ciudad de Veracruz llamado “Compañía de Bomberos de Veracruz” y en 1887 se dio origen al "Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México". Este fue un paso crucial para organizar la respuesta a incendios y establecer un sistema profesional de atención.
- Desarrollo de Normativas: a medida que se evidenció la necesidad de mejorar la seguridad, se empezaron a implementar regulaciones relacionadas con la construcción, el uso de materiales y la instalación de equipos de protección contra incendios.